Aún hoy tengo un sinsabor en mi boca, mi paladar se torna amargo cuando recuerdo mis partos, pero sobre todo el primero, uno programado en cesárea innecesaria, llevada a cabo por mi desinformación, falta de empoderamiento y por la confianza que suministré en quien hasta ese momento había sido mi ginecólogo por años.
Y es que en los tiempos modernos, las madres hemos entregado un evento natural y fisiológico nuestro, en manos de los médicos y algunos hasta hombres que ni vagina, ni tetas, ni mucho menos útero tienen. ¡Tenemos huevo nosotras!, Si, no se escandalicen con la expresión, pero es que cedimos el poder de parir a quienes tienen huevos o testículos (si se quiere decir el nombre técnico). Porque hasta si te atiende una mujer, muchas de ellas cargan a cuestas la influencia nefasta patriarcal, que trasladó el parto casero en manos de parteras, al hospitalario e intervenido.
Como bien dice la comadrona Isabel Fernández del Castillo, en su libro, La nueva revolución del nacimiento, “la lactancia es la culminación del parto” y bajo esta premisa, me siento una suertuda, porque a pesar de tener una cesárea programada y una separación con mi bebe de 6 horas, en donde le dieron biberón de fórmula sin mi consentimiento, empecé a amamantar como una “experta”, sin dolor y sin grietas, aunque eso sí con mucho miedo. Para ese entonces, yo no tenía ningún conocimiento de lactancia, jamás había hecho un curso, ni leído un libro al respecto, pero parece que mi instinto mamífero y el de mi hija estaban activados, porque nos enganchamos de una pese a lo que ya les he contado.
Dicho esto quiero resumir un poco porque no son buenas tantas intervenciones, y es que la ciencia ya lo ha demostrado, la naturaleza no se equivoca, la oxitocina sintética, la epidural, el gotero de suero continuo y cualquier otra cosa que acelere el nacimiento antes de tiempo, puede derivar en el posterior entorpecimiento de la lactancia.
En la literatura a modo de síntesis encontramos lo siguiente.
- Oxitocina sintética: Se genera como respuesta de auto protección en el cuerpo, un efecto desensibilizador por el exceso de estímulo en los receptores de esta hormona de las células, incluidos los pechos, perjudicando así el reflejo de eyección. Además de afectar la conducta de los recién nacidos, pudiendo traer problemas para la primera toma. Caso contrario pasa con la oxitocina natural, que por la forma en que se libera estimula la producción de prolactina.
- Epidural: Aunque puede ser bendita para el dolor, hay que ser conscientes de sus efectos secundarios, por lo que debemos evitarla a menos por supuesto, que sea necesaria en casos como la cesárea, pues dicha sustancia hace que se altere la conducta instintiva del neonato y por consiguiente su capacidad de engancharse en el pecho.
- Gotero permanente de suero: Cuando suministran mucho líquido se da en el cuerpo de la madre y el bebé una sobre hidratación, lo que en ella deriva en una ingurgitación mamaria, que además de ser molesta para la puérpera, lo es también para el recién nacido al que le cuesta pegarse a una teta edematizada. A su vez, los neonatos que han sido expuestos a tanto líquido, nacen con un peso falso y orinan más de la cuenta al principio, por lo que el primer pesaje podría ser alejado de la realidad y posteriormente cuando sea pesado a los días pareciera que hubiese perdido mucho peso, lo que podría incidir en la recomendación de suministro de formula y de ahí el circulo vicioso de un mala producción y establecimiento de la lactancia.
- Separación mamá-bebé: Esta sí que es la guinda del pastel, porque incluso cuando se han dado intervenciones el inicio de la lactancia en la primera hora de vida es clave para encausar el camino, y esto sin mencionar que en algunos hospitales no solo separan, sino que dan leche artificial al bebé y en biberón tras del hecho, por lo que la cría humana queda con la impronta de succión de este artilugio y no del pecho, derivando después en las famosas grietas de pezón, tan comunes por estos días.
En conclusión, como explica la doctora Gro Nylander en su libro Maternidad y lactancia: el arte de amamantar casi que llegó a desaparecer a mediados del siglo pasado no sólo por el boom de los sucedáneos de leche materna, sino también por el traslado del parto en casa al hospitalario.