Aún hoy tengo un sinsabor en mi boca, mi paladar se torna amargo cuando recuerdo mis partos, pero sobre todo el primero, uno programado en cesárea innecesaria, llevada a cabo por mi desinformación, falta de empoderamiento y por la confianza que suministré en quien hasta ese momento había sido mi ginecólogo por años. Y es que en los tiempos modernos, las madres hemos entregado un evento natural y fisiológico nuestro, en manos de los médicos y algunos hasta hombres que ni vagina, ni tetas, ni mucho menos útero tienen. ¡Tenemos huevo nosotras!, Si, no se escandalicen con la expresión, pero es que cedimos el poder de parir a quienes tienen…